Si solamente haces lo que "debes",
si te limitas en tus esfuerzos a aquello
que "puedes", será difícil que llegues a la perfección.
El amor nunca dice basta, el amor no reconoce límites;
si le pones límites de "deber", deja de ser verdadero amor.
Haz de hacer lo que "debes", por vocación;
lo demás, por amor.
Lo que "puedes", por obligación; lo que "no puedes" por generosidad.
El amor y la generosidad aumentan la potencia.
“No te dejes vencer por el mal; por el contrario,
vence al mal haciendo el bien”
(Rom 12,21).
No basta no hacer el mal;
es preciso practicar el bien. La virtud no es algo negativo,
como el mal; es algo muy positivo, como el bien.
No sabe cuánto bien hace el que no hace el mal:
pero no sabe cuánto mal hace el que no hace el bien.
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